CASA RUIZ-MAASBURG
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La conquista del metro cuadrado se ha convertido en una de las máximas preocupaciones en nuestros tiempos. Los precios inasequibles y la escasez de superficie habitable en las ciudades ha provocado una redefinición de los espacios que habitamos.

En este céntrico ático de Madrid de tan solo 60m2 interiores y 50 m2 de terraza, intentamos rentabilizar hasta el último centímetro el espacio, conjugando la eficacia, el ingenio y la sensibilidad a través de la estética y la función.

Si tuviéramos que encajar funciones en un contenedor insuficiente, el espacio se plegaría, ocupando todo lo inservible, y dejando a la vista los volúmenes desnudos de las funciones apenas ocultas.  En esta reforma hemos utilizado trucos básicos teatrales como perspectivas forzadas, para conseguir percepciones espaciales mucho más amplias.

Un eje dinámico que se origina en la entrada abastece los espacios estáticos que deja a un lado y a otro de la diagonal curvada en tres dimensiones.  Esta entrada o pasillo parece desafiar la gravedad y la lógica, cambiando inesperadamente la percepción espacial a medida que el usuario se desplaza a través de ella, creando un espacio totalmente fluido y dinámico dentro de un contenedor estático.

El color blanco y la iluminación son utilizados como dos herramientas  más del diseño; el blanco y sus múltiples matices de sombras originados por la luz dan profundidad y amplitud.  Se emplean determinados puntos y superficies negras para dar escala y profundidad, creando así un contraste complementario y melódico.

El resultado de esta reforma es un interesante ejercicio de arquitectura y escenografía, donde dos aspectos diametralmente opuestos como son los espacios herméticos y  la poesía de las formas orgánicas libres, conviven generando espacios apetecibles para ser vividos.